Una vida "donada" que busca al amado

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Misa de Santo Tomás de Aquino

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Descubrir el corazón de un santo

Cuando celebramos la memoria de un santo, la liturgia nos adentra a su corazón y descubrir cuáles eran sus motivaciones, anhelos y deseos profundos de su alma.
La liturgia nos invita a entrar en su corazón para aprender a leer también el nuestro. Se trata de entrar para aprender a escuchar, aprender a contemplar para admirar su belleza y seguirlo sin dudas o reservas.

Un corazón indiviso

Jesús en el Evangelio nos habla de un corazón indiviso, un corazón que tiene sólo un Maestro y un Padre. Jesús no acepta, no quiere que en nuestro corazón haya otros maestros o figuras paternas.
Jesús usa estas dos figuras y me pregunto: ¿Qué hay de común entre un Padre y un maestro? Una respuesta podría ser el acto de “engendrar”.
Un padre engendra vida y Jesús está hablando de Dios Padre que ha pensado en mí y me ha permitido existir tal cual soy. En un momento de la historia del mundo, Dios me pensó y me dio la vida, me creó. Me ha concedido una vida que no tiene límites pues hemos sido unidos a Dios por el bautismo. La vida divina circula en nosotros porque el Padre así lo ha querido.
El maestro engendra la semilla de la experiencia del conocimiento, sea teórico o práctico. El maestro es quien te lleva a descubrir y buscar la verdad para amarla con fuerza. El maestro te acompaña, te orienta y te aconseja. El maestro te forma y te envía. Y… qué mejor maestro que Jesús, Dios hecho hombre. Él es el maestro. Él es la verdad, el camino y la vida.
Dios es Padre y Maestro por excelencia. Él me ha dado la vida y es Dios quien me enseña a caminar en ella, a crecer a amar, pues la vida es un camino de amor desde su origen hasta su fin. Otros dioses o maestros te podrán dar orientaciones en la vida pero ninguno de ellos lo hará como Dios Padre, como Jesús o como el Espíritu Santo.
Preguntémonos a quién le confiamos nuestro corazón y nuestra vida.

Un corazón que busca

La liturgia también nos muestra un corazón que busca. La primera lectura nos describe ese anhelo de Salomón por la sabiduría, por Dios mismo. En santo Tomás encontramos también un corazón que busca. Él desea comprender con la ayuda de Dios la vida que ha recibido. Quien busca, necesita aprender a definir las preguntas y darse a la tarea de encontrar sus respuestas. Las crisis y problemas que enfrentamos son parte de esta búsqueda y santo Tomás nos muestra que hay un camino que recorrer de la mano de Dios.
¿Cuál es el motor de esta búsqueda? El amor que Dios ha mostrado a cada uno. Santo Tomás, como nosotros a cierto punto de nuestra vida hemos hecho una experiencia de Dios que nos ha revelado que hay alguien que nos ha llamado a la vida y a la santidad. Esta búsqueda que hoy la primera lectura nos presenta esta motivada por el amor y no por el deseo único de conocer. Porque me he sentido amado, busco al amado. Recordemos esa imagen del cantar de los cantares donde la amada correo en busca del amado y no lo quiere dejar ir. Porque me siento amado me dejo formar por el Maestro y reconozco en Él su Paternidad y autoridad.
¿Qué busca mi corazón? Que dioses o maestros busca.
Ojalá nunca nos cansemos de buscar y dejarnos buscar por Él. La vida es una constante búsqueda. Cada día estamos a la búsqueda de Dios y de su amor. Pidamos la gracia de escuchar y renovar ese deseo de buscarlo para acrecentar la vida que he recibido de Él y para formar mi corazón a la medida de Jesús a través del Espíritu Santo.
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